🌙 Buscamos miradas, no likes: la raíz humana de lo que publicamos

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Publicar, compartir, mostrar.

Tres verbos que se han vuelto parte de nuestra vida cotidiana. Abrimos el móvil, hacemos una foto, aplicamos un filtro y lanzamos al mundo un pequeño fragmento de nosotros.

Podría parecer un gesto banal, pero en realidad esconde una necesidad antigua y profundamente humana: la de ser vistosser reconocidosexistir en la mirada de los otros.

No buscamos likes, buscamos miradas.

Y aunque la diferencia parezca pequeña, cambia todo.

🌫️ Compartir para existir

Hay algo profundamente humano en contar lo que nos pasa. Desde las pinturas rupestres hasta las historias de Instagram, compartir es dejar constancia de que vivimos.

Antes lo hacíamos en plazas, en cocinas o en cartas escritas a mano. Hoy lo hacemos desde un móvil, pero el impulso es el mismo: queremos conectar y no desaparecer.

Cada foto, cada frase, cada pequeño fragmento publicado es un “estuve aquí”, un “esto me importa”, un “esto soy yo ahora mismo”.

Mostrar lo que vivimos es hacerlo real, darle peso a la experiencia que de otro modo podría perderse en el tiempo.

💫 La validación que calma (aunque sea breve)

Un “me gusta” o un comentario positivo no es solo un gesto vacío.

Es un mensaje silencioso de reconocimiento, y nuestro cerebro lo interpreta como tal. La dopamina nos da una sensación de placer, pero lo que sentimos es algo más profundo: pertenencia, consuelo, tranquilidad.

Esa necesidad no es superficial. Durante siglos, el reconocimiento social fue vital para la supervivencia: si nos aceptaban, teníamos valor; si no, quedábamos aislados. Hoy, aunque cambie la forma, la emoción sigue siendo la misma: queremos que alguien nos vea y nos confirme que existimos.

💭 No es postureo, es vulnerabilidad

Juzgar lo que otros comparten es fácil: demasiadas fotos, demasiados viajes, demasiadas frases motivadoras. Pero rara vez pensamos en lo que esconde ese gesto.

A veces, compartir no es presumir, sino una forma de pedir compañía sin palabras, de decir “mírame” cuando no sabemos cómo pedir ayuda.

No siempre buscamos que todo el mundo lo sepa; muchas veces queremos que alguien concreto lo vea sin decirlo.

Mostrar también puede ser gritar sin ruido, tender la mano en silencio, confirmar que seguimos aquí.

🪞 Lo que mostramos y lo que callamos

Las redes son espejos que devuelven solo una parte de nuestro reflejo.

Mostramos lo que brilla, lo que creemos que merece la pena, y ocultamos lo que duele, lo que nos cansa, lo que nos hace vulnerables.

No es falsedad; es protección emocional.

Cada publicación es una versión editada de nosotros mismos, pero en ese proceso también nos descubrimos, aprendemos qué queremos ser, qué queremos dejar atrás y cómo queremos que nos recuerden.

👁️ Ser vistos para sentirnos reales

Vivimos en un tiempo donde lo que no se muestra parece no existir.

Si no subimos esa foto o esa historia, ¿realmente pasó?

A veces compartimos para los demás, pero muchas veces lo hacemos para nosotros mismos: para recordar que un momento fue real, que una risa existió, que un lugar nos hizo sentir algo.

Es un diario moderno, con público.

El peligro surge cuando la búsqueda de aprobación externa nos hace perder la capacidad de disfrutar en silencio.

Sin embargo, seguimos buscando miradas, porque el ser humano necesita saberse visto, no por ego, sino por pertenencia y conexión.

🌱 En el fondo, seguimos siendo los mismos

Las redes son solo el escenario; el impulso es antiguo: queremos contar lo que somos, dejar huella y sentirnos parte de algo.

Aunque el formato haya cambiado, la emoción permanece: querer conectar.

Compartimos para que alguien lo sepa, para que algo de nosotros quede.

Pero el verdadero secreto está en entender por qué lo hacemos y aprender a mirarnos a nosotros mismos con la misma atención y ternura que buscamos en los demás.

Todos necesitamos que alguien nos mire alguna vez.

Pero más importante aún es mirarnos a nosotros mismos y reconocer nuestra propia existencia sin depender de la pantalla. 🌙

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