- Sinopsis de “La Sombra de la Sospecha”
- Capítulo 1: La rutina del detective (Parte 1)
- Capítulo 1: La rutina del detective (Parte 2)
- Capítulo 2: El primer encuentro (Parte 1)
- Capítulo 2: El primer encuentro (Parte 2)
- Capítulo 3: Siguiendo el rastro
- Capítulo 4: Enigmas y distracciones
- Capítulo 5: Desencuentros y sospechas
- Capítulo 6: El giro inesperado
- Capítulo 7: Más allá de las sospechas
- Capítulo 8: La trampa
- Capítulo 9: Amenazas Ocultas
- Capítulo 10: Punto de no retorno
- Capítulo 11: El precio de la verdad
- Capítulo 12: La Persecución
- Capítulo 13: Secretos en el Hospital
- Capítulo 14: El regreso de Clara y una nueva amenaza
- Capítulo 15: La Verdad Sale a la Luz
- Capítulo 16: En el Corazón del Peligro
- Capítulo 17: El Enfrentamiento Inminente
- Capítulo 18: Aliados en la Sombra
- Capítulo 19: Pactos en la Oscuridad
- Capítulo 20: Un Respiro Antes de la Tormenta
- Capítulo 22: El Juego de la Reina
- Capítulo 23: La Última Jugada
Álvaro no era de los que se impresionaban fácilmente, pero al escuchar a Clara Medina relatar su historia, no pudo evitar sentir que había algo más oscuro en juego. No era solo la típica historia de una mujer rica sospechando de las aventuras de su marido. Había una frialdad en la voz de Clara, una determinación que hacía que las cosas parecieran mucho más serias.
—Mi marido, Javier —comenzó Clara, con la mirada fija en su taza de café—, es un hombre muy ocupado. O eso es lo que me dice siempre. Reuniones, cenas de negocios, viajes de último minuto… pero últimamente, hay algo que no cuadra. Lo sé, suena típico, pero es más que una corazonada.
Álvaro asintió, intentando no dejarse distraer por la elegancia de Clara. Era una mujer imponente, no solo por su belleza, sino por la seguridad con la que se manejaba. Aun así, una parte de él no podía dejar de pensar en lo jodidamente guapa que era. “Concéntrate, Álvaro, que estás aquí para currar, no para ligar”, se dijo mentalmente.
—¿Ha notado algo concreto, algún cambio en su comportamiento? —preguntó, intentando que su tono no revelara la creciente curiosidad que sentía.
—Son pequeñas cosas, detalles… —Clara hizo una pausa, como si buscara las palabras adecuadas—. Antes siempre me avisaba cuando llegaba tarde o si tenía que quedarse en la oficina. Ahora, a veces ni siquiera aparece por casa y no da explicaciones. Y lo peor es que cuando le pregunto, se pone a la defensiva, o simplemente me ignora.
Álvaro tomó nota mental de cada detalle. “Clásico”, pensó, aunque algo en su instinto le decía que había más en la historia que una simple infidelidad. Le interesaba saber por qué Clara, con toda su elegancia y recursos, había acudido a él, un detective que apenas podía mantener su apartamento ordenado.
—Entiendo —dijo, tras una breve pausa—. ¿Ha considerado hablar con él directamente sobre sus sospechas? Puede que todo esto tenga una explicación simple.
Clara soltó una risa amarga y negó con la cabeza.
—¿Cree que no lo he intentado? Javier es un hombre muy inteligente, sabe cómo esquivar mis preguntas. No, señor Rivas, necesito pruebas. Algo que le obligue a enfrentarse a la verdad.
“Menuda pieza”, pensó Álvaro, viendo el desafío en los ojos de Clara. Sabía que aceptar este caso podía complicarle la vida, pero también le atraía el reto. Además, necesitaba el dinero.
—Está bien, señora Medina. Aceptaré su caso. Pero necesito que sea honesta conmigo. ¿Hay algo más que deba saber?
Clara mantuvo su mirada un segundo más de lo necesario, y Álvaro sintió que algo no iba del todo bien. Finalmente, ella apartó la vista y sacó de su bolso una foto de su marido.
—Aquí tiene, esta es la única foto reciente que tengo de él —dijo, entregándosela—. Espero que esto le ayude a empezar.
Álvaro tomó la foto, observando a Javier Medina. Parecía un tipo normal, de esos que no destacarían en una multitud. Sin embargo, la intuición de Álvaro le decía que había algo que no encajaba. Quizás fuera la forma en que Clara hablaba de él, o tal vez algo en la propia imagen. “Será interesante seguirle la pista”, pensó.
—Lo tendré vigilado —dijo, guardándose la foto en el bolsillo de la chaqueta—. Le mantendré informada.
Clara asintió, aparentemente satisfecha con su respuesta. Pero cuando se levantó para irse, Álvaro no pudo evitar sentir que quedaban muchas preguntas sin respuesta.
—Gracias, señor Rivas. Confío en que descubrirá la verdad —dijo, antes de salir del café con la misma elegancia con la que había entrado.
Álvaro la siguió con la mirada hasta que desapareció por la puerta. “Vaya caso raro”, pensó, sacando la foto del bolsillo para mirarla una vez más. Este trabajo iba a ser más complicado de lo que parecía a simple vista, y aunque no lo admitiera, eso le gustaba.
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