Capítulo 4: Enigmas y distracciones

Esta entrada es la parte 7 de 25 de la serie La Sombra de la Sospecha
5
(22)

Álvaro se despertó temprano, aunque había pasado gran parte de la noche dando vueltas a lo que había descubierto el día anterior. El encuentro de Javier con la rubia había sido demasiado evidente como para ignorarlo. Y sin embargo, había algo en todo aquello que no le cuadraba. Demasiado fácil, demasiado limpio. Las infidelidades, al menos las que él había investigado, nunca eran tan claras desde el principio. Siempre había capas de mentiras, pistas falsas, excusas mal montadas. Pero este caso… olía mal.

Se vistió de cualquier manera, como siempre, y tras su habitual café negro, se puso a repasar las notas que había tomado durante el seguimiento. No podía sacarse de la cabeza la sensación de que Javier estaba ocultando algo más que un simple asunto. “A lo mejor Clara sabe más de lo que me contó”, pensó. Era una posibilidad. La forma en que la mujer había presentado el caso, su serenidad fría, todo eso le hacía sospechar.

Decidió que no había mucho más que hacer hasta la reunión con Clara. Tomó su moto y salió hacia el centro, buscando despejarse. La ciudad estaba tan frenética como siempre, con coches y peatones corriendo de un lado a otro. Mientras conducía, no pudo evitar pensar en cómo había terminado así. Un detective privado, siguiendo maridos infieles y destapando mentiras de segunda. “Esto no es lo que imaginaba cuando empecé”, murmuró para sí mismo.

El café donde había quedado con Clara estaba tan concurrido como la primera vez. Llegó unos minutos antes de la hora acordada y se acomodó en una mesa cerca de la ventana. La luz del sol atravesaba el cristal, dándole al lugar un aire cálido y acogedor. Pero en cuanto Clara entró por la puerta, toda esa calidez pareció desvanecerse. Había algo en la forma en que se movía, de la manera en que su mirada escudriñaba el lugar, que no cuadraba con el típico perfil de una esposa engañada.

Vestía con la misma elegancia imperturbable que la primera vez, y su rostro, aunque sereno, mostraba una determinación inquebrantable. Álvaro la observó mientras se acercaba, notando cómo su corazón latía un poco más rápido de lo que le habría gustado admitir.

Se sentó frente a él y cruzó las piernas con suavidad, clavando sus ojos en los de Álvaro.

—¿Y bien? —preguntó, sin rodeos.

Álvaro tomó aire, buscando las palabras adecuadas.

—Le he seguido —comenzó, con un tono neutro, sin darle demasiada importancia—. Estuvo con una mujer ayer, en un hotel. No fue difícil pillarle.

Clara no se inmutó. Su rostro no mostró sorpresa, ni decepción, ni rabia. Solo asentía lentamente, como si ya lo supiera.

—Eso ya me lo imaginaba —dijo, con una calma que casi irritaba a Álvaro.

Él frunció el ceño. La reacción de Clara no era la que esperaba.

—Si ya lo imaginaba, ¿por qué contratarme?

Clara le miró un momento, sus ojos oscuros buscando algo en los de Álvaro.

—Necesito más que un simple desliz —dijo, con la misma frialdad—. Javier no solo está teniendo una aventura, señor Rivas. Está escondiendo algo mucho más grave. Y quiero que lo descubra.

Álvaro mantuvo la mirada fija en Clara, tratando de desentrañar lo que realmente estaba pasando por su cabeza. Algo no encajaba. La seguridad con la que hablaba, la calma con la que aceptaba la infidelidad de su marido… Era como si eso fuera lo menos importante.

—¿Más grave? —preguntó, inclinándose hacia adelante—. ¿De qué estamos hablando exactamente?

Clara se tomó su tiempo antes de responder, como si estuviera evaluando hasta qué punto podía confiar en él. Finalmente, soltó un leve suspiro y apoyó las manos sobre la mesa.

—Mi marido no solo me está engañando —dijo en un tono bajo, como si temiera que alguien más pudiera escucharla—. Creo que está metido en algo sucio. Negocios ilegales, dinero que no puede justificar… Llevo meses intentando juntar las piezas, pero necesito pruebas. Pruebas que solo alguien como usted puede obtener.

Álvaro se quedó en silencio. De repente, el caso había dado un giro que no esperaba. De una simple aventura a algo mucho más peligroso. Y aunque las alarmas empezaban a sonar en su cabeza, no podía negar que el desafío le atraía. Pero no iba a ser tan fácil.

— ¿Qué clase de negocios? —pregunté, sin apartar la vista de Clara.

Ella le miró de nuevo, pero esta vez con una mezcla de desconfianza y miedo.

—Eso es lo que quiero que descubra —respondió—. Todo lo que sé es que ha estado reuniéndose con gente que no conozco, haciendo tratos a escondidas. Y sé que si está en algo ilegal, no dudaría en dejarme fuera de juego si me convierto en un problema.

Esa última frase le dejó claro a Álvaro que Clara no solo estaba asustada, sino que también estaba jugando a un juego peligroso. Y si Javier Medina era capaz de algo más que infidelidades, las cosas podrían complicarse muy rápido.

—De acuerdo —dijo, apoyándose en el respaldo de la silla—. Si voy a meterme en esto, necesitaré más información. Quiero nombres, lugares, cualquier cosa que pueda servir de pista.

Clara escuchó lentamente.

—Le proporcionaré lo que necesite, señor Rivas. Solo quiero que sepas una cosa: cuanto más te acerques a la verdad, más peligroso será para ambos.

Álvaro sonrió de mala gana y se sorprendió de que Clara le tutease. No era la primera vez que escuchaba esas palabras, pero algo en la forma en que Clara las pronunció hizo que esta vez sonaran mucho más reales.

—El peligro es parte del trabajo Clara—dijo, pensando que sí, que ya era hora de que se tuteasen.

¿Te ha gustado este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 5 / 5. Recuento de votos: 22

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Navegación de la serie<< Capítulo 3: Siguiendo el rastroCapítulo 5: Desencuentros y sospechas >>

Descubre más desde Cajón de Sastre

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

¡Si te ha gustado, deja un comentario!