- Sinopsis de “La Sombra de la Sospecha”
- Capítulo 1: La rutina del detective (Parte 1)
- Capítulo 1: La rutina del detective (Parte 2)
- Capítulo 2: El primer encuentro (Parte 1)
- Capítulo 2: El primer encuentro (Parte 2)
- Capítulo 3: Siguiendo el rastro
- Capítulo 4: Enigmas y distracciones
- Capítulo 5: Desencuentros y sospechas
- Capítulo 6: El giro inesperado
- Capítulo 7: Más allá de las sospechas
- Capítulo 8: La trampa
- Capítulo 9: Amenazas Ocultas
- Capítulo 10: Punto de no retorno
- Capítulo 11: El precio de la verdad
- Capítulo 12: La Persecución
- Capítulo 13: Secretos en el Hospital
- Capítulo 14: El regreso de Clara y una nueva amenaza
- Capítulo 15: La Verdad Sale a la Luz
- Capítulo 16: En el Corazón del Peligro
- Capítulo 17: El Enfrentamiento Inminente
- Capítulo 18: Aliados en la Sombra
- Capítulo 19: Pactos en la Oscuridad
- Capítulo 20: Un Respiro Antes de la Tormenta
- Capítulo 22: El Juego de la Reina
- Capítulo 23: La Última Jugada
Clara despertó lentamente, rodeada por el sonido constante de los monitores. Sus ojos buscaron el rostro de Álvaro, que estaba sentado al borde de la cama. No había alegría en su expresión, solo una mirada tensa cargada de preguntas.
—Clara, necesitamos hablar —dijo él, directo—. ¿Por qué Javier pagó tus gastos médicos?
Ella intentó incorporarse, pero el dolor le detuvo. Su mirada esquiva reflejaba algo más que miedo.
—No lo sé… Quizá aún piensa que puede usarme.
La respuesta de Clara no convenció a Álvaro. Morales le había advertido que Clara podía ser tanto una víctima como una amenaza. Mientras la observaba, esa idea cobraba más fuerza.
Antes de que pudiera insistir, una enfermera entró a revisar a Clara. Álvaro salió al pasillo, donde Raúl le esperaba.
—¿Ha dicho algo? —preguntó Raúl en voz baja.
Álvaro negó con la cabeza, frustrado.
—Nada útil. Pero sé que oculta algo. Está claro que sabe más de lo que dice.
Un estruendo en el hospital rompió la conversación. Álvaro y Raúl se giraron justo a tiempo para ver a dos hombres armados avanzar por el pasillo. Los pasos decididos y la forma en que sujetaban las armas dejaban claro que no estaban allí por casualidad.
—¡Raúl, cúbreme! —gritó Álvaro mientras corría hacia la habitación de Clara.
Llegó justo antes de que los atacantes alcanzaran la puerta. Cerró con fuerza y atrancó con una silla.
—Clara, escóndete detrás del mueble, ¡ahora! —ordenó Álvaro mientras buscaba algo para defenderse.
Los hombres comenzaron a golpear la puerta. Álvaro agarró un soporte de suero y lo sostuvo como un arma improvisada. Desde fuera, Raúl intentaba distraerles, lanzando un carrito de suministros hacia uno de ellos.
—¡Eh, tú, grandullón, ven a por mí! —gritó Raúl.
Uno de los hombres se giró y disparó hacia Raúl, fallando por poco. Álvaro aprovechó la distracción para abrir ligeramente la puerta y golpear al otro atacante con el soporte, haciéndole retroceder.
Uno de los atacantes consiguió entrar. Era corpulento y rápido, pero Álvaro no retrocedió. Con movimientos precisos, le golpeó en las piernas con el soporte del suero, haciéndole tambalear. Mientras tanto, Clara, oculta tras el mueble, observó cómo el segundo hombre levantaba el arma para disparar.
Sin pensarlo, Clara agarró una lámpara y la lanzó con todas sus fuerzas, golpeándole en el brazo y desviando el disparo. Álvaro aprovechó el momento para desarmar al primer atacante con un golpe en la muñeca, dejándole fuera de combate.
El segundo hombre, viendo que la situación no estaba a su favor, escapó, llevándose al compañero herido.
El hospital quedó en silencio, roto solo por las alarmas de emergencia. Clara, aún temblando, salió de su escondite, mientras Álvaro cerraba la puerta.
—Esto no fue un simple susto, Clara —dijo, mirándola fijamente—. Quieren matarte, pero aún más, quieren algo de ti. Necesito que me digas todo.
Clara, con los ojos llenos de lágrimas, asintió. Su voz era apenas un susurro.
—Hay algo más, Álvaro… algo que no te he contado.
Antes de que pudiera continuar, Raúl entró apresuradamente.
—Tenemos que salir de aquí. No tardarán en volver, y la seguridad del hospital no podrá detenerles.
Álvaro ayudó a Clara a levantarse, decidido a protegerla. Mientras salían del hospital, las palabras de Morales resonaban en su cabeza: “La verdad puede matarte.”
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