- Sinopsis de “La Sombra de la Sospecha”
- Capítulo 1: La rutina del detective (Parte 1)
- Capítulo 1: La rutina del detective (Parte 2)
- Capítulo 2: El primer encuentro (Parte 1)
- Capítulo 2: El primer encuentro (Parte 2)
- Capítulo 3: Siguiendo el rastro
- Capítulo 4: Enigmas y distracciones
- Capítulo 5: Desencuentros y sospechas
- Capítulo 6: El giro inesperado
- Capítulo 7: Más allá de las sospechas
- Capítulo 8: La trampa
- Capítulo 9: Amenazas Ocultas
- Capítulo 10: Punto de no retorno
- Capítulo 11: El precio de la verdad
- Capítulo 12: La Persecución
- Capítulo 13: Secretos en el Hospital
- Capítulo 14: El regreso de Clara y una nueva amenaza
- Capítulo 15: La Verdad Sale a la Luz
- Capítulo 16: En el Corazón del Peligro
- Capítulo 17: El Enfrentamiento Inminente
- Capítulo 18: Aliados en la Sombra
- Capítulo 19: Pactos en la Oscuridad
- Capítulo 20: Un Respiro Antes de la Tormenta
- Capítulo 22: El Juego de la Reina
- Capítulo 23: La Última Jugada
Álvaro dejó el café después de su encuentro con Clara, con la cabeza más revuelta que de costumbre. No podía apartar la sensación de que había algo que ella no le estaba contando. El asunto de la infidelidad ya le había parecido sospechosamente fácil de confirmar, y ahora resultaba que Javier estaba metido en negocios turbios. Pero, ¿por qué Clara no le daba más detalles? Estaba claro que la mujer jugaba a algo que él aún no terminaba de entender.
Condujo sin rumbo durante un buen rato, intentando organizar sus pensamientos. Se detuvo en una gasolinera para repostar y decidió tomarse un respiro. Mientras se apoyaba contra la moto, encendió un cigarrillo, pensando en la conversación que había tenido con Clara. La mujer ya no le trataba de usted, y lo mismo él con ella. Había sido algo natural, como si, tras ese primer encuentro, el formalismo se hubiera desmoronado. Ahora la cosa era más personal, y eso no hacía más que añadirle tensión al asunto.
El tráfico de la ciudad seguía con su caos habitual, pero Álvaro lo ignoraba. Estaba sumido en sus propios problemas. Sabía que, fuera lo que fuera lo que Javier estaba haciendo, las cosas no iban a quedarse solo en una aventura con una rubia. La sensación de que todo iba a complicarse estaba clavada en su estómago como una piedra.
Tras un par de horas recorriendo la ciudad, volvió a su apartamento, intentando dejar la mente en blanco. Se tiró en el sofá, miró al techo y se quedó pensando en Clara, en lo fría que había sido con todo el tema de la infidelidad. “¿Cómo puede alguien estar tan tranquila cuando sabe que su marido no solo le engaña, sino que está metido en algo mucho peor?”, se preguntó. Pero antes de que pudiera seguir cavilando, el sonido del móvil interrumpió sus pensamientos.
Álvaro lo sacó del bolsillo, viendo el nombre de Clara en la pantalla. Frunció el ceño y contestó, ya sabiendo que no iba a ser una conversación cualquiera.
—¿Ya tienes algo nuevo? —preguntó ella, su tono más cercano y directo que en la primera llamada.
—Te dije que necesito más información —respondió él, dejando claro que no iba a avanzar sin lo necesario.
Clara tardó un segundo en responder, como si estuviera pensando cómo manejar la situación.
—Está bien —dijo, su voz algo más suave—. Javier tiene una reunión mañana por la tarde con una persona que conozco. Es algo importante, pero no tengo los detalles. Será en el club privado al que suele ir. Quiero que estés ahí.
Álvaro levantó una ceja. El club privado no era un sitio al que cualquiera pudiera entrar, y menos sin levantar sospechas.
—Dame la dirección —dijo finalmente, sabiendo que aquello lo iba a meter de lleno en una situación delicada.
Colgó el teléfono y suspiró, encendiendo otro cigarrillo. Sabía que esto iba a ser más complicado de lo que había previsto. Pero el reto de adentrarse en un lugar como ese, y de descubrir qué demonios estaba tramando Javier, le mantenía intrigado. Y aunque intentaba ignorarlo, la tensión con Clara no ayudaba a mantener su mente en frío. Había algo en ella, algo que no podía sacarse de la cabeza.
El Club
Al día siguiente, Álvaro estaba estacionado fuera del club privado. Era un lugar exclusivo, rodeado de lujo, del tipo que hacía que alguien como él pareciera fuera de lugar. Sabía que meterse ahí no sería fácil, pero siempre había una manera de colarse. Se apoyó contra su moto durante un rato, observando la entrada desde la distancia, esperando el momento adecuado.
Finalmente, vio llegar a Javier. Vestía impecablemente, como si no tuviera nada que ocultar. “Qué cabrón”, pensó Álvaro mientras le observaba entrar al club con la tranquilidad de alguien que cree que nunca le van a pillar.
Álvaro esperó unos minutos antes de ponerse en movimiento. Sabía que no podía entrar por la puerta principal, así que buscó una entrada lateral. Encontró una puerta de servicio que ya había visto antes y se deslizó por allí con el sigilo de alguien que lo había hecho muchas veces antes.
El interior del club era exactamente lo que esperaba: elegante, con tonos oscuros, luces tenues y una atmósfera que invitaba a las conversaciones discretas. Todo estaba diseñado para que las transacciones más turbias se hicieran con un aire de exclusividad y discreción.
Avanzó por los pasillos, moviéndose con cuidado. Sabía que si le pillaban, no tendría muchas explicaciones que dar. Finalmente, vio a Javier entrar en una sala al fondo, acompañado por dos hombres de aspecto serio. Se acercó lo suficiente para poder escuchar la conversación, pero manteniéndose fuera de vista.
—No podemos seguir así —dijo una voz grave—. La situación está a punto de estallar, y si no nos movemos rápido, todos estaremos en peligro.
Álvaro se tensó. El tono de la conversación era más oscuro de lo que había anticipado. Esto no era solo una reunión de negocios.
Javier, sin embargo, respondió con la misma calma que siempre le había visto.
—Está todo bajo control. Nadie sabe nada.
“¿Nadie sabe nada?”, pensó Álvaro, su curiosidad despertada. ¿De qué estaban hablando? ¿A qué se referían con “peligro”?
—Si alguien sospecha, estamos jodidos —insistió el otro hombre—. La policía ya anda detrás de nosotros, y tenemos que movernos con más cuidado.
Álvaro frunció el ceño. La policía. Las cosas estaban poniéndose más serias de lo que había esperado. Javier no era solo un marido infiel, estaba metido hasta el cuello en algo gordo.
Antes de que pudiera escuchar más, un camarero pasó cerca de él y se detuvo, mirándole fijamente. Álvaro se tensó, pero intentó mantener la calma.
—¿Puedo ayudarle? —preguntó el camarero, con una mezcla de cortesía y sospecha.
Álvaro sonrió con la mayor naturalidad que pudo.
—No, tranquilo. Solo estaba buscando el baño —respondió, haciendo un gesto hacia el final del pasillo.
El camarero le indicó el camino y Álvaro se alejó, fingiendo que se dirigía al baño, pero sabía que ya había escuchado suficiente. Se dirigió a la salida, sabiendo que las cosas estaban mucho más complicadas de lo que Clara le había dejado ver.
Mientras arrancaba su moto y se alejaba del club, su mente no paraba de darle vueltas a lo que había oído. Javier estaba en problemas, problemas serios. Y si él seguía investigando, no había duda de que también acabaría metido en ellos.
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