Capítulo 7: Más allá de las sospechas

Esta entrada es la parte 10 de 25 de la serie La Sombra de la Sospecha
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El café aún no se había enfriado, pero en la mente de Álvaro, las dudas ardían como nunca. Lo que Clara le había confesado le dejaba con una amarga sensación de que no era el único que estaba siendo manipulado. Javier estaba metido en algo mucho más turbio, pero lo peor era que Clara parecía saberlo desde el principio y, aun así, le había involucrado en el juego.

El detective no sabía si podía fiarse de alguien en esta historia.

Un movimiento arriesgado

Al salir del café, Álvaro decidió que ya no podía confiar ciegamente en la información que Clara le había dado. Necesitaba investigar por su cuenta, ir más allá de lo que le estaban contando. Mientras caminaba por las calles del centro, su teléfono vibró.

—¿Qué pasa ahora? —gruñó para sí mismo mientras miraba la pantalla. Era un mensaje de Clara.

“Javier tiene una reunión importante esta noche. Sé dónde será. Quiero que estés allí.”

Álvaro frunció el ceño. El plan sonaba peligroso y Clara no había dado más detalles. No obstante, no podía rechazar una oportunidad como esa. Si quería respuestas, tendría que arriesgarse.

La reunión secreta

Esa noche, Álvaro se presentó en el lugar acordado: un almacén en una zona industrial de la ciudad, lejos de las miradas indiscretas. Aparcó la moto a una distancia prudente y se acercó a pie, mezclándose entre las sombras. Las luces del almacén estaban encendidas, y desde su posición, podía ver a Javier entrando por una puerta lateral, acompañado por dos hombres. Parecían nerviosos, más de lo habitual.

Decidió moverse con cuidado, pero algo en su interior le decía que esa reunión no iba a ser como las anteriores. Desde una ventana alta, observó cómo Javier discutía con uno de los hombres, un tipo fornido y de mirada dura. No podía escuchar con claridad, pero los gestos tensos de ambos indicaban que la cosa estaba a punto de estallar.

Justo cuando pensaba que tenía todo bajo control, un ruido a su espalda le hizo girarse bruscamente.

Descubierto

Un hombre, alto y corpulento, le miraba desde las sombras con una sonrisa torcida.

—Parece que alguien está donde no debería —dijo con una voz grave.

Antes de que Álvaro pudiera reaccionar, sintió un golpe seco en la cabeza. El mundo se volvió borroso y se desplomó en el suelo, mientras la oscuridad lo envolvía por completo.


Cuando Álvaro recuperó la conciencia, su cabeza palpitaba con un dolor agudo y confuso. Estaba sentado, atado a una silla en lo que parecía ser la misma sala del almacén donde había visto a Javier. El aire olía a humedad y metal viejo, y la tenue luz de una bombilla parpadeante iluminaba apenas el lugar.

Miró a su alrededor, intentando enfocar. Frente a él, Javier se encontraba de pie, observándolo con una mezcla de preocupación y frialdad. A su lado, el tipo fornido que había visto antes cruzaba los brazos, esperando.

—Bueno, parece que te despertaste —dijo Javier, con una calma inquietante—. Me preguntaba cuánto tiempo te llevaría.

Álvaro intentó moverse, pero las cuerdas estaban bien apretadas. No era la primera vez que se encontraba en una situación así, pero no por ello resultaba más agradable.

—¿Qué coño está pasando aquí? —gruñó Álvaro, mientras forzaba una sonrisa. Sabía que intentar intimidar no funcionaría, pero las palabras seguían saliendo con su habitual descaro.

Javier se acercó lentamente y se inclinó hacia él.

—Me parece que tú y yo tenemos una conversación pendiente —dijo, su voz ahora baja y controlada—. Sabía que estabas metido en esto, pero no pensé que llegarías tan lejos.

Álvaro entrecerró los ojos, tratando de descifrar el tono de Javier. Estaba en un aprieto, y aunque su mente le decía que debía salir de ahí, la otra parte estaba desesperada por obtener respuestas.

—Clara… —murmuró Álvaro, tratando de encontrar un punto débil—. Sabes que está moviendo los hilos detrás de todo esto, ¿verdad?

Javier se rió con una frialdad que a Álvaro le heló la sangre.

—¿Clara? —repitió con sarcasmo—. ¿De verdad piensas que esto tiene que ver con ella?

El hombre a su lado dio un paso adelante, como si estuviera preparado para intervenir en cualquier momento, pero Javier levantó una mano, deteniéndole.

—Ella es solo una jugadora más en este tablero —continuó Javier—. Pero tú,… tú te metiste en algo que no entiendes.

Álvaro mantenía su mirada fija en Javier, aunque por dentro, su mente trabajaba a toda velocidad. Estaba claro que Javier sabía más de lo que había dejado entrever antes. Y ahora, la pregunta no era qué estaba haciendo Javier, sino hasta dónde llegaba el engaño y cuánto control tenía sobre Clara.

—Te voy a dar una última oportunidad —dijo Javier, cruzando los brazos—. Déjalo, sal de este caso ahora, y puede que te deje marchar.

Álvaro sonrió levemente, sintiendo cómo la situación se tensaba.

—Sabes que no lo haré —respondió, con la misma calma que su captor—. ¿Qué sería de mí si empiezo a huir cuando las cosas se ponen feas?

El silencio que siguió fue pesado, interrumpido solo por el leve zumbido de la bombilla. Javier le miró fijamente durante unos segundos más, luego asintió lentamente y se dio la vuelta, caminando hacia la salida.

—No digas que no te lo advertí —dijo Javier mientras desaparecía por la puerta.

El tipo fornido se acercó a Álvaro, sacando un cuchillo del cinturón, mientras la bombilla seguía parpadeando en la penumbra.

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