- Sinopsis de “La Sombra de la Sospecha”
- Capítulo 1: La rutina del detective (Parte 1)
- Capítulo 1: La rutina del detective (Parte 2)
- Capítulo 2: El primer encuentro (Parte 1)
- Capítulo 2: El primer encuentro (Parte 2)
- Capítulo 3: Siguiendo el rastro
- Capítulo 4: Enigmas y distracciones
- Capítulo 5: Desencuentros y sospechas
- Capítulo 6: El giro inesperado
- Capítulo 7: Más allá de las sospechas
- Capítulo 8: La trampa
- Capítulo 9: Amenazas Ocultas
- Capítulo 10: Punto de no retorno
- Capítulo 11: El precio de la verdad
- Capítulo 12: La Persecución
- Capítulo 13: Secretos en el Hospital
- Capítulo 14: El regreso de Clara y una nueva amenaza
- Capítulo 15: La Verdad Sale a la Luz
- Capítulo 16: En el Corazón del Peligro
- Capítulo 17: El Enfrentamiento Inminente
- Capítulo 18: Aliados en la Sombra
- Capítulo 19: Pactos en la Oscuridad
- Capítulo 20: Un Respiro Antes de la Tormenta
- Capítulo 22: El Juego de la Reina
- Capítulo 23: La Última Jugada
Álvaro miró al tipo corpulento que se acercaba, cuchillo en mano, mientras la bombilla parpadeaba. La situación no pintaba nada bien, y aunque su mente buscaba una salida, sabía que no podría usar la fuerza contra ese matón. Sin embargo, algo en la actitud del hombre le hizo pensar que no planeaba matarle de inmediato. Tal vez solo querían intimidarlo, o quizás sacar alguna información.
—Tranquilo, no es lo que parece —dijo el tipo, con una voz ronca—. Solo quiero que entiendas la gravedad de meterte donde no te llaman.
El cuchillo cortó las cuerdas de sus manos con un movimiento rápido, y Álvaro sintió cómo el hormigueo de la circulación volvía a sus brazos. No supo si sentirse aliviado o más preocupado.
—Escucha bien, Rivas —continuó el hombre mientras guardaba el cuchillo—. No te metas en esto, por tu propio bien. No imaginas con quién te estás enfrentando.
—Si tanto te preocupas por mí, ¿por qué no me das nombres? —replicó Álvaro, intentando mantener la calma.
El tipo sonrió levemente y negó con la cabeza.
—No estás listo para esa respuesta —dijo, mientras abría la puerta y dejaba el almacén a oscuras.
Álvaro se quedó un momento sentado, tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir. Había algo en todo esto que le hacía pensar que Javier y los suyos no solo querían proteger sus negocios sucios, sino que había un juego mucho más complejo en marcha, y él apenas comenzaba a ver las reglas.
La llamada de Clara
Después de asegurarse de que el tipo se había ido, salió del almacén y se dirigió a su moto, pensando en la extraña “advertencia” que acababa de recibir. Justo cuando se disponía a encender el motor, su teléfono vibró en el bolsillo. Era Clara.
—¿Estás bien? —preguntó ella, con una urgencia que nunca había oído en su voz.
—Lo estaré cuando me digas la verdad de una vez —replicó Álvaro, irritado—. Tu marido no es la única pieza del puzzle, Clara. Y tú tampoco.
Hubo un silencio al otro lado de la línea, y luego, una respiración temblorosa.
—Te necesito, Álvaro —dijo finalmente, su voz quebrada—. Estoy en peligro, y no sé a quién más acudir.
Álvaro sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Era la primera vez que la escuchaba realmente asustada. Sabía que Clara podía ser manipuladora, pero también que si ella estaba dispuesta a mostrar sus vulnerabilidades, la situación debía ser más grave de lo que imaginaba.
—¿Dónde estás? —preguntó, ya encendiendo la moto.
—En mi casa. Pero hay alguien vigilando desde la esquina. No sé si son de Javier o de alguien más.
—Voy para allá —respondió él, mientras el motor rugía bajo él y se lanzaba a la noche.
Un nuevo frente
Al llegar a la casa de Clara, Álvaro dejó la moto unas calles antes, queriendo acercarse sin levantar sospechas. Efectivamente, vio a un coche aparcado con las luces apagadas, y una figura en el interior que parecía observar la casa. No era Javier, pero el hecho de que estuvieran vigilando solo confirmaba que las cosas iban de mal en peor.
Tocó el timbre y Clara abrió la puerta, visiblemente nerviosa. La invitó a entrar rápidamente, y cerró la puerta tras ellos.
—Tienes que empezar a hablar, Clara —exigió Álvaro, mirándola directamente a los ojos—. Si alguien nos está siguiendo, necesito saber por qué. ¿Qué sabe Javier de ti? ¿Qué estás ocultando?
Ella tragó saliva y se sentó en el borde del sofá, mientras Álvaro permanecía de pie, observando cada uno de sus movimientos. Parecía una mujer al borde del colapso, muy diferente a la Clara que había conocido al principio.
—Yo… Yo ayudé a Javier con algunas transacciones —admitió, con un tono de arrepentimiento en la voz—. No sabía al principio en qué estaba metida, pero luego ya no podía echarme atrás. Y ahora ellos creen que yo sé más de lo que realmente sé.
Álvaro cerró los ojos un instante, maldiciendo para sí mismo. Las piezas encajaban, pero el panorama era mucho peor de lo que había imaginado. Si Clara había sido cómplice en los negocios de Javier, entonces ambos estaban en la mira de gente muy peligrosa.
—Si quieres salir de esta, vamos a tener que trabajar juntos —dijo finalmente, adoptando un tono más suave—. Pero no más mentiras, Clara. Si hay algo más que deba saber, mejor que lo digas ahora.
Ella asintió, y aunque no dijo nada más, Álvaro supo que por fin había conseguido algo de su confianza. Pero mientras miraba la sombra que se proyectaba desde la ventana, sabía que no tendrían mucho tiempo antes de que alguien intentara hacerles callar para siempre.
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